lunes, 14 de diciembre de 2009

Un lujo cálido


Con posibilidades de chal o de bufanda, la pashmina es un complemento de uso múltiple: de buena mañana y enrollada al cuello como una serpiente, protege del frío; por la tarde, en el cocktail, es la pieza de abrigo ligera, desenfadada y sueva que coordina a la perfección con el vestido de fiesta. La pashmina no ha desfilado sobre las pasarelas: es un producto de la calle, del boca a boca, una pieza que comenzó a proliferar en círculos de la jet y ahora, por el efecto imitación, está en el cenit de su popularidad. Pero, ¿sabes qué es?

La autentica pashmina es un chal confeccionado con la lana más adosada al cuerpo (una especie de pelusa) de un tipo de cabra del Himalaya. Es sedosa y envolvente, y tiene especial éxito en tonos pastel.

Algunos comerciantes pueden intentar ocultar que sus prendas no contienen cachemir al etiquetar sus prendas con datos como "70% pashmina, 30% seda". Así intentan también escapar de las leyes de etiquetado alemanas y evitar multas. Las leyes de etiquetado no permiten el término pashmina como denominación textil. Pero el comportamiento de estos vendedores no los protege de ninguna manera de sanciones por fraude al consumidor.


Pero existe todavía un echarpe más lujoso, suave y raro por el que mueren los más exigentes: se llama shatoosh (pronunciado chatús), se elabora con el pelo de la barba de los machos cabrios del Himalaya, y su fina textura se reconoce porque puede pasar por el agujero de un anillo. Quién posee uno posee una joya, más hoy, cuando la venta ha sido prohibida y solo se encuentran en el mercado negro por no menos de 1.500 euros.
Quién pruebe su tacto ¡ya no podrá resistir el cashmere!

Laura Navarro