miércoles, 25 de noviembre de 2009

La vie en rouge

Rebuscas en ese cajón desastre de tu habitación pero no está. En el baño, tampoco. Te quedas pensando. ¿Dónde lo habré metido? Últimamente tus cosas parecen tener vida propia. Pero no, ahí está. Siempre ha estado en ese lugar, sólo que no lo recordabas. Entonces lo abres y lo deslizas sobre tu boca, intentando repartir el color sin salirte. Rojo. Carmín.

¿Por qué este tono? ¿Por qué no el de siempre? Será por todo ese rollo de la crisis. Dicen que las mujeres en tiempos de vacas flacas se pintan los labios de rojo ¿Pero qué digo? Puede que tanta economía me esté afectando.

Aunque, a lo mejor, hay algo de cierto en todo esto. Por poner un ejemplo, cuando se produjo la crisis de Estados Unidos en 1929, las ventas de pintalabios aumentaron considerablemente. En 2001, cuando se produjeron los ataques terroristas del 11-S, sucedió lo mismo. Esta relación entre la venta de barras de labios y los períodos de recesión económica es conocida entre los economistas como Lipstick Index y Leonard Lauder, hijo de la ya fallecida Estèe Lauder, fue su precursor.

En cuanto a la tonalidad, se prefieren gamas llamativas debido a que desvían la atención de la vestimenta, la cual se tiende a repetir más en épocas de apretarse el cinturón. Pero también se debe a que los tonos oscuros denotan seguridad y confianza. Celebridades como Marilyn Monroe o Coco Chanel lo sabían, y durante años han maquillado sus labios convirtiéndolos en el centro de todas las miradas.

Pese a todo, creo que es cuestión de encontrar tu color. Ése que mejor te va. Con tu personalidad, con tu estado de ánimo, con la ocasión. Crisis aparte, el rouge a lèvres siempre estará de moda.


María Donoso

lunes, 23 de noviembre de 2009

El tejido que nos une


A pesar de ser la prenda de vestir más utilizada y la única capaz de haber unido a seis generaciones seguidas, lo cierto es que pocos saben el origen de los vaqueros.

Como todo lo que ha llegado a hacer historia, los principios de los pantalones vaqueros nada tienen que ver con el uso que hoy día le damos utilizándolo prácticamente a diario tanto hombres como mujeres y que, dependiendo de su confección,podemos decir que es válido para cualquier ocasión.

El tejido duro que caracteriza al vaquero se creó en Turín en 1600. Sin embargo, fue el avispado judío nacido en Babiera llamado Levi Strauss quien comercializó con este tejido vendiéndolo a buen precio para cubrir los vagones de tren en 1850. Para ello, se desplazó hasta San Francisco en la época de la Fiebre del Oro en California con el objetivo de hacer fortuna ¡y qué fortuna hizo!...¿verdad?

Su astucia no quedó ahí, sino que pensó que este material era el más adecuado para ser utilizado por personas que desempeñaban trabajos pesados y manuales como eran los mineros, marineros y agricultores para guardar las herramientas. Más tarde se desplazó hasta la fábrica francesa De Nimes para reforzar la tela y es esta la causa de que los diseñadores lo llamen denim. Algo parecido a lo que le sucedió a la palabra jeans, cuyo origen etimológico procede de Génova, ciudad italiana donde también hubo gran producción de este material y que era llamada por sus habitantes Genes.

Fue en 1920 y tras la muerte de Levi Strauss, cuando sus sobrinos herederos registran Levi’s como marca comercial con las características que hoy día conocemos a los vaqueros de vestir.
Dicha prenda, ha marcado en la historia convirtiéndose incluso en vestuario de los norteamericanos en época de conflicto o como símbolo de rebeldía entre la juventud en los años 50.

Lo cierto es, que el señor Strauss jamás podría imaginar que la idea de implantar ese rudo tejido en los pantalones sería tan utilizado que nadie prescinde de él y que pudieran pasar de ser el uniforme de trabajo de los mineros a haber pisado con ellos las actrices de Hollywood la alfombra roja acompañándolos con las más sublimes joyas .

Laura Navarro